PROBLEMAS Y SOLUCIONES PARA LA MUJER: Un camino para salir del aislamiento y la oscuridad
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Mizgîn Avzem

La sociedad de la modernidad capitalista está empapada de un individualismo profundamente arraigado. Este individualismo no es un accidente, sino una herramienta sistémica de explotación y opresión que el sistema utiliza conscientemente y cuyo objetivo es aislar el desarrollo de las personas y sus esfuerzos de resistencia. Sobre todo, las mujeres jóvenes se ven afectadas por este tipo de división, ya que sus luchas se ven condicionadas no sólo por las normas sociales, sino también por la opresión específica de género y jerarquías violentas. La narrativa de la sociedad es:
“Estás sola: nadie te entiende, nadie te ayuda, tienes que luchar contra el mundo entero tú sola.”
Este aislamiento no sólo se mantiene por accidente o por incomprensión - es una herramienta estructural de un sistema que está fundamentalmente en contra de que las mujeres se organicen colectivamente. El sistema obliga a las mujeres a ser cada vez más débiles en su soledad y a que su resistencia se desvanezca.
Nosotras, como mujeres jóvenes nos enfrentamos a diario a la realidad del sexismo, la violencia sexual y la opresión patriarcal, y a menudo nos sentimos fracasadas por la sociedad. Las múltiples microagresiones que vivimos - ya sean comentarios casuales, denigrarnos en nuestro papel de mujeres o violentos ataques verbales o físicos- se normalizan y se presentan como inofensivas. En muchos casos, los actos de violencia y discriminación se ignoran o se minimizan y se empuja a las mujeres a guardar silencio. De ahí surge el peligro del aislamiento; empezamos a ver nuestras experiencias como debilidades personales, individuales, en lugar de ver las razones estructurales de la opresión. Nos enfrentamos a enormes fisuras internas: sentimos que estamos solas con nuestras experiencias y no nos damos cuenta de que éstas forman parte de un problema societal mucho mayor.
Este estado de aislamiento divide a las fuerzas de resistencia. El sistema que sostiene el capitalismo se basa en la dispersión de las fuerzas de resistencia de los grupos oprimidos para que no se levanten unidos contra el sistema. El individualismo capitalista no es una condición personal de alienación, sino un instrumento político que está disolviendo la fuerza revolucionaria potencial en la sociedad. Fomenta la idea de que cada uno es responsable de su propio bienestar y que los problemas de la sociedad sólo pueden superarse mediante el esfuerzo individual. Esta idea es una trampa: oculta el hecho de que los problemas de las mujeres jóvenes no son deficiencias individuales, sino la expresión de un sistema social y político holístico cuyo objetivo es oprimirnos y mantenernos abajo.
La ideología de liberación colectiva
La respuesta a este aislamiento y división la propone Abdullah Öcalan, pensador ideológico del Movimiento Kurdo por la Libertad, cuyos pensamientos y teorías destacan la necesidad de la liberación colectiva y de un amplio movimiento de solidaridad. En la teoría de Öcalan, la cuestión de la libertad de la mujer y la superación de la opresión patriarcal son un asunto central.
Öcalan considera a las mujeres como la «clave de la revolución» porque al mismo tiempo hemos experimentado las formas más profundas y radicales de opresión y también tenemos el mayor potencial para transformar el orden existente.
Su filosofía se basa en la liberación de la mujer no sólo como parte de un proceso político, sino como la cuestión central de una revolución social holística. Para Öcalan, la cuestión de la libertad de la mujer no puede separarse de la cuestión de la liberación de todos los pueblos y clases oprimidos. Abdullah Öcalan habla de «Confederalismo Democrático» basado en la solidaridad, la cooperación y la autogestión. Esta teoría política se opone directamente a las estructuras capitalistas y del Estado-nación que se basan en la jerarquía, la explotación y la violencia. Con la propuesta del Confederalismo Democrático, aboga por una sociedad que haya superado el capitalismo y se organice en un sistema descentralizado no centrado en el poder.
La filosofía política de Öcalan es una nueva evaluación radical de las normas sociales hasta la fecha. Pide que se nos reconozca a las mujeres como protagonistas de la sociedad y como base de un nuevo orden social. Para Öcalan, la organización de las mujeres no es sólo una necesidad política, sino el paso más importante hacia un mundo más justo y libre.
La psicología de la alienación: La forma en la que el sistema aísla a las mujeres jóvenes
La dimensión psicológica del aislamiento de la joven tiene una importancia decisiva, ya que saca a la luz no sólo las formas externas y palpables de opresión, sino también las que actúan profundamente en el interior.
Los comentarios sexistas, la reducción de las mujeres a su aspecto físico, la cosificación constante de nuestros cuerpos y la subestimación de la violencia sexual son sólo algunos de los mecanismos que provocan el aislamiento. Muchas mujeres jóvenes creemos que tenemos que obedecer para que se nos reconozca y respete. Vemos nuestros problemas como retos personales y no como luchas colectivas. Los medios de comunicación, la publicidad y los discursos públicos repiten continuamente: “Tienes que ser perfecta para conseguir algo”, “Tienes que curarte para sobrevivir”, “Tus problemas son sólo tuyos y tienes que superarlos sola”.
Esos patrones de pensamiento conducen a una profunda carga psicológica y a un sentimiento de alienación. Empezamos a aislarnos en nuestras experiencias y a negar los aspectos colectivos de nuestra opresión. Este aislamiento psicológico es mantenido por el sistema, que se niega a crear plataformas para las voces de las mujeres y disfraza sistemáticamente nuestras experiencias de violencia, discriminación y trato desigual.
La respuesta colectiva: la solidaridad como arma de resistencia.
La respuesta a este aislamiento no es escapar hacia el individualismo, sino que se encuentra en la organización colectiva. Nosotras como mujeres necesitamos una conciencia para la naturaleza colectiva de nuestra experiencia y estructuras solidarias para unir nuestras fuerzas. El camino hacia la liberación no puede ser encontrado en luchas individuales, este debe encontrarse en la acción colectiva. Este movimiento colectivo no puede solo motivar una resistencia contra estructuras patriarcales, sino que debe indicar el camino hacia una reestructuración fundamental de las condiciones sociales.
Abdullah Öcalan expresó reiteradamente que la organización colectiva de la mujer no es sólo una precondición para la libertad de la mujer, sino también del triunfo de cualquier movimiento revolucionario. Solidaridad entre mujeres, su colaboración y apoyo mutuo son la base de cualquier movimiento social orientado hacia la transformación. La fuerza haciéndonos a nosotras como mujeres capaces de superar la violencia patriarcal y de transformar las bases de la sociedad desde la organización.
Resistiendo violencia sexual, de aislamiento a solidaridad
La resistencia contra la violencia sexual es un ejemplo fundamental de la necesidad de la organización colectiva. La violencia sexual contra las mujeres es ignorada o trivializada en muchas partes del mundo, especialmente en las sociedades patriarcales. Esta violencia se convierte en una parte invisible del tejido social que empuja a las mujeres a un profundo aislamiento. La violencia puede descubrirse y combatirse mediante la creación de redes, la organización del apoyo a las víctimas y la reelaboración colectiva de las experiencias. La educación ideológica y política siempre debe liderar estas redes, ya que construyen nuestra resistencia ideológica contra estos ataques.
Si encontramos una forma activa de trabajar contra el sistema destructivo junto con otras mujeres, sentiremos que nuestra agencia y fuerza de voluntad aumentan, lo que también nos fortalecerá mentalmente para centrarnos en nuestro objetivo común.
La violencia sexual no debe considerarse una cuestión aislada: es un problema estructural y social que está profundamente arraigado en las estructuras patriarcales y las normas sociales. La lucha contra esta violencia necesita una amplia transformación de la sociedad basada no sólo en planteamientos individuales, sino en una respuesta colectiva que dé fuerza a las mujeres en todos los ámbitos de la vida. De este modo, podremos empoderarnos para organizar la resistencia y combatirla eficazmente en lugar de limitarnos a denunciar la violencia.
El camino para salir del aislamiento pasa por la creación de redes de solidaridad y movimientos políticos que se levanten colectivamente contra la violencia patriarcal. Los movimientos feministas y las organizaciones autónomas de mujeres jóvenes que reúnen a mujeres de todos los grupos sociales y regiones geográficas son capaces de crear espacios de apoyo y resistencia. En ellos, las jóvenes pueden vivir de su fuerza colectiva, compartir sus historias y desarrollar una estrategia colectiva de resistencia. Esta es la clave para romper el poder aparentemente inquebrantable del sistema patriarcal: a través de la solidaridad y la comunidad.
Liberación Política: Lucha organizada como el fundamento de una sociedad nueva
Las implicaciones políticas de la organización colectiva son profundas. No sólo Abdullah Öcalan, sino muchos movimientos feministas mundiales consideran que el papel central de la liberación de la mujer en la transformación de la sociedad es una cuestión esencial. Para Öcalan, la liberación de las mujeres de las normas patriarcales y de la explotación capitalista es una condición previa para cualquier revolución. Un movimiento revolucionario que lucha por la libertad y el bienestar de todos los seres humanos tiene que entender el bienestar de la mujer como el centro de su teoría y su práctica. Sólo una sociedad que reconozca a las mujeres su plena libertad y les permita participar en pie de igualdad en los procesos sociales puede considerarse justa.
Este pensamiento no es una simple utopía, sino un objetivo político práctico que puede alcanzarse mediante la fuerza organizada de las mujeres. En muchas regiones del mundo ya vemos ejemplos de movimientos organizados de mujeres y de partidos políticos que luchan con éxito contra la violencia patriarcal y la injusticia social. Esos movimientos no sólo resisten contra el sistema existente, sino que proponen una alternativa a las estructuras autoritarias patriarcales del pasado.
La transformación política y social que han creado las luchas del movimiento de mujeres kurdas encierra tanto la cuestión de la participación política como la de la emancipación cultural y social. Tenemos que cuestionar y superar las normas tradicionales que encierran a las mujeres en un marco cerrado y oprimido. Este camino necesita una revolución política y cultural para reconocer a las mujeres como agentes iguales en todos los ámbitos de la sociedad.
El camino a seguir: Una sociedad de resistencia y solidaridad
La resistencia contra el sexismo y la violencia patriarcal necesita una postura revolucionaria que supere la protesta individual y apunte a la organización colectiva. Esto significa plantar cara a la discriminación y la violencia cotidianas y atacar al mismo tiempo las estructuras más profundas del sistema.
La visión política de Abdullah Öcalan ofrece una orientación clara para esta resistencia. Su teoría del Confederalismo Democrático aspira a una sociedad basada en la solidaridad, la igualdad y la democracia directa. Esta sociedad considerará a las mujeres como actores iguales que dan forma al futuro de la sociedad, no como criaturas subordinadas. Para hacer realidad esta visión, las mujeres jóvenes tienen que organizarse a escala mundial como parte de la resistencia global contra la explotación, la opresión y la violencia patriarcal. Los movimientos de mujeres que surgen en muchas partes del mundo son pasos importantes en este camino. Estos movimientos no sólo luchan por los derechos de las mujeres, sino también por una transformación profunda y total de las condiciones sociales, económicas y políticas. Se oponen al capitalismo, al Estado-nación y al patriarcado en una lucha unida.
La libertad de la mujer es una cuestión de igualdad dentro del sistema existente y también un movimiento político profundo que aspira al cambio de las estructuras de la sociedad en su totalidad.
Resistencia colectiva como clave para la libertad
La libertad de la mujer joven está estrechamente interconectada con la liberación de la sociedad en su conjunto. Las jóvenes luchadoras de todo el mundo demuestran cada día que esta resistencia es posible. Desde las calles del Kurdistán hasta la India, las jóvenes se juegan la vida al grito de «Jin, Jiyan, Azadî». En Chile, las mujeres transforman la canción «Un violador en tu camino» en un clamor internacional. En Europa, estudiantes y trabajadoras se rebelan contra las estructuras patriarcales en la educación y la vida cotidiana. En Rojava, las mujeres luchan y lideran la construcción de una sociedad democrática.
Estos ejemplos no son excepciones, son la expresión de un despertar global. Allí donde las mujeres jóvenes luchamos juntas, se crea algo nuevo: conciencia, coraje, empoderamiento, pero sobre todo un proceso colectivo que rompe el marco de la impotencia personal. El último mensaje de Abdullah Öcalan a la juventud decía por esta razón:
“Organizaos - y organizad a los demás”
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